Y a lo largo del camino, me dije nunca más, y aquí estoy otra vez, en la misma situación, queriendo apagar el mundo, para unirme a mis sueños, donde las lágrimas no existen, donde el amor va mucho más allá, que "cuadrarse" con alguien, donde aún, una pequeña niña sueña no con encontrar al hombre perfecto, sino con aquel que sepa captar su mirada, que entienda su lenguaje de gestos, aquel que si le dan a escoger, la elija a ella sobre todas las cosas, y vea en ella la luz para la oscuridad que el mundo nos presenta, de nuevo tenía que empezar de nuevo y dejar ese mundo ilusorio partir.
Y de a poco recuerdo por qué hice esa fortaleza, el por qué de ese muro que creé entre los seres humanos y yo, el amor es cruel y despiadado, la humanidad está expuesta a la tragedia y a la enfermedad llamada amor, somos victimas, adictas a esa droga poderosa, te carcome desde adentro, haciéndonos perder en las relaciones, cambiando nuestra manera de ser solo buscando la aceptación de aquel a quien se ama, y así de a pocos te pierdes en un abismo, en caída libre, y sientes que vuelas, y abres tus brazos tal como si fueran alas, aleteando tu esperanza en el intento de volar, pero aun sabiendo que no lo lograrás, lo intentas y caes, y es ahí donde te das cuenta que no vale la pena esforzarte tanto en una relación a sabiendas que la otra persona no verá lo que tu intentaste hacerle ver. Por eso, simplemente por eso, yo me había cerrado a amar, había construido mi propio mundo, donde yo ya no saliera lastimada, pero tristemente soy mortal, una más en el sistema, una caída más en la telaraña de la vida.