martes, 15 de julio de 2014

Ausencia

A esa época de mi vida la llamaré ausencia, una falta de mi misma, y de todo lo que me hacía feliz, aunque a esas alturas nunca supe descifrar que me hacía feliz. Solo buscaba situaciones que me hicieran sentir algo, lo que fuera, no importaba si sufría o reía, lo importante era sentirme viva. Me encontré a mi misma en lugares inexplicables con personas desconocidas, en situaciones bizarras. De un momento a otro hacía citas a ciegas, o me encontraba caminando sola por la autopista, podía dormir medio día, o sencillamente llamar a aquel a quien tanto odié para que me hiciera compañía en la noche.

Sólo estaba desesperada por llenar ese vacío existencial, quería mantenerme ocupada, no quería recordar que todas las mañanas hacia un esfuerzo sobrehumano por levantarme de la cama. Era ver mi vida desde lejos, era ver la manera tan rutinaria con la que yo existía. Mi alma estaba ausente; solo me importaba llegar a casa y dormir, y volver a la rutina de siempre.

Hasta el sufrimiento y el dolor que tanto me habían abrumado, se habían convertido en costumbre, porque de hecho ya todo había perdido importancia para mi, un amanecer, o un cigarrillo, daba lo mismo. Al final del día nada cambiaba, todo permanecía constante. Hasta ese desamor que tantas lágrimas me había sacado era un recuerdo que se lo estaba llevando el viento; veía a ese hombre a quien tanto había querido, y lo único que podía sentir era lástima.

miércoles, 9 de julio de 2014

Memoria del pasado

Escribo sentada en el comedor, realmente no entiendo porque se me es imposible dormir con el. Lo quiero, lo aprecio, pero es como si el dormir fuera sagrado para mi cuerpo, para entregarlo tan fácilmente. Nos une, la misma razón que me ha unido a todos los hombres de mi vida, el sentimiento de soledad. Quizás el busca compañía en mí, aceptación, un refugio a su infierno andante; yo busco en el, de alguna manera olvidar las sombras de mis anteriores vidas, quitarme de la piel la memoria de sus huellas, las del otro, las del amor furtivo y perdido. El ha encontrado en mí un objeto para amar, sabe que me puede manejar, me puede llevar a donde quiera, le sigo en sus locuras y aún en mis ojos encuentra un destello de ilusión, a pesar de que a mi alma le pesa el existir.
Sí, es un buen hombre, con muchos defectos, especialmente con un corazón temoroso a ser herido; pero fue la salvación al pozo al que se estaba conduciendo mi vida, y por eso, más que por otra cosa, aún accedo a verlo, accedo a abrazarlo, lo rodeo con mis brazos y le hago sentir que la vida vale la pena, que amar no es pecado; aunque sé que eventualmente la oscuridad de mi alma abarcara todo mi ser y me será imposible esconder este sentimiento de tristeza y ahogo. Mientras llega ese momento, solo quiero correr a su lado, reírnos de bobadas, pelearnos por tontadas, permanecer despiertos hasta altas horas de la noche sacándonos de la cama, disfrutar de manera ausente unos recuerdos que buscan reemplazar de manera inútil esos, que tantos insomnios me han causado.
Pretendo en medio de todo creer que podré reemplazar la memoria del ausente con el del presente, creer que no serán los únicos recuerdos de mi vida, y que podre compartir con mas personas esos momentos que yo creía especiales. Escribiendo esto, se ha despertado y me ha llamado a dormir en su regazo, no puedo rechazarlo pues heriría su orgullo, me limitare a abrazarlo en la oscuridad, y a esperar que en algún punto pueda quitarme el insomnio que me impide olvidar la memoria del pasado.

Lola Alvarez 

lunes, 7 de julio de 2014

Dime

Dime por favor donde no estás
en qué lugar puedo no ser tu ausencia
dónde puedo vivir sin recordarte,
y dónde recordar, sin que me duela.

Dime por favor en que vacío,
no está tu sombra llenando los centros;
dónde mi soledad es ella misma,
y no el sentir que tú te encuentras lejos.

Pausa

De vez en cuando hay que hacer
una pausa
contemplarse a sí mismo
sin la fruición cotidiana
examinar el pasado
rubro por rubro
etapa por etapa
baldosa por baldosa
y no llorarse las mentiras
sino cantarse las verdades.

Mario Benedetti

El clamor

Alguna vez, andando por la vida,
por piedad, por amor,
como se da una fuente, sin reservas,
yo di mi corazón.

Y dije al que pasaba, sin malicia,
y quizá con fervor:
-Obedezco a la ley que nos gobierna:
He dado el corazón.

martes, 1 de julio de 2014

Mis amores

En mi vida han existido todo tipo de amores, la mayoría fugaces, que realmente ni a amores llegan; de hecho solo a uno lo puedo contar como historia de ¿amor? No, definitivamente eso no era una de esas historias, fue más bien, un cuento, un relato, una película, material para libro? No sé, pero pocas veces en la vida me he arrepentido de actuar de una manera específica. Hago lo que quiero, digo lo que se me viene a la cabeza, actúo de manera manipuladora para que las personas hagan lo que yo quiera, y bueno si, soy una niña grande, con grandes caprichos, y gigantescas ambiciones. 

Hace poco, conocí a alguien, alguien que sin duda alguna se parecía de una manera muy peculiar a mi; definitivamente, en este mundo no me había sentido tan parecida a alguien. Con el tiempo me di cuenta que definitivamente, aunque la vida me ponga en este preciso momento al amor de mi vida, yo lo espantaría como lo hago con todos los hombres; no me interesa crear una conexión profunda, simplemente es un efecto placebo, salir con hombres, crear ilusiones, y destrozarlas con la misma rapidez. Es sentir por un pequeño momento que ha durado máximo un mes, la adrenalina de probar a los hombres, mirar cuánto pueden durar aguantando a esta mujer cascarrabias, terca y fastidiosa, es una competencia contra mi misma, es conseguir sacarlos de sus casillas en el mínimo tiempo posible. Siempre lo consigo, soy experta en eso, como alguien me lo repitió muchas veces. El fin? No se, quizás conseguir un record en el menor tiempo de espantar a un hombre, o quizás me divierto mostrándome dulce y comprensiva al principio para después sacar las garras y conseguir que nunca me olviden.