domingo, 22 de septiembre de 2013

Una tonta enamorada...

Sentada lo esperaba con una pizca de desesperación pero anhelo, en la misma banca donde lo esperó la primera vez que lo conoció, que ironía, el sentimiento de ansiedad se parecía, pero en ese instante cuando lo vio llegar, no fue miedo lo que acorraló a su corazón, fue tranquilidad, fue cariño, fue la necesidad de correr a sus brazos y llorar en su regazo, sentirse protegida por aquel ser humano que le había dado tanta felicidad, que ahora sentía suyo, en su alma y su corazón, ese hombre al que amaba aunque el no supiera, a quien extrañaba, y con quien había logrado ser feliz solo con ver el reflejo de su alma en aquellos ojos marrones que ahora con expectativa esperaban la noticia, aquella noticia que podía cambiar el destino de ambos, llenándolos de noches de insomnio, de estrés, de una vida nueva, pero de un futuro eterno por caminar; aunque nunca lo aceptó, su alma en una esquina oscura guardaba la esperanza de todo corazón que fuera así, que en su vientre hubiera una semilla de aquel primer amor.

Y al pasar una hermosa tarde a su lado, se dio cuenta que era aquel ser humano el que la hacia completamente, inmensamente feliz, que el solo hecho de tenerlo al lado era una tranquilidad desconocida, pues se sentía bien, viva, sus emociones fueron mas variantes que de costumbre, hubo momentos donde alcanzo el mayor auge de felicidad y otros donde se encontró en el abismo de la desesperación, y todo, absolutamente todo, se debía a el....no podía estar mas agradecida pues el le permitía ser feliz, el era todo lo que ella deseaba, y aunque su dolor fuera indescriptible por no poderle gritar a los cuatro vientos lo que sentía, ella estaba en paz, pues sabía que si lo hacia su vida podría tornarse un infierno viviente...ese conformismo con lo poco que el le daba, esa triste necesidad de tenerlo a su lado, pues a pesar del tiempo que pasara, aún encontraba en el algo por rescatar, algo que amar.

Sin más palabras que un "te amo", se callaba, esperaba escucharlo de el, aunque aún con la mirada perdida sabía que era una espera sin sentido, pues en su corazón, el de el, no había un lugar para amar, ya no cabía de ninguna manera ella en el. Ella se estaba entregando y el aún se guardaba para otra ocasión.

Lola

1 comentario:

  1. me vi en tus palabras, yo igual que tu en cierto aspecto sufrí o sufro igual, mujer de Dios...

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