miércoles, 9 de julio de 2014

Memoria del pasado

Escribo sentada en el comedor, realmente no entiendo porque se me es imposible dormir con el. Lo quiero, lo aprecio, pero es como si el dormir fuera sagrado para mi cuerpo, para entregarlo tan fácilmente. Nos une, la misma razón que me ha unido a todos los hombres de mi vida, el sentimiento de soledad. Quizás el busca compañía en mí, aceptación, un refugio a su infierno andante; yo busco en el, de alguna manera olvidar las sombras de mis anteriores vidas, quitarme de la piel la memoria de sus huellas, las del otro, las del amor furtivo y perdido. El ha encontrado en mí un objeto para amar, sabe que me puede manejar, me puede llevar a donde quiera, le sigo en sus locuras y aún en mis ojos encuentra un destello de ilusión, a pesar de que a mi alma le pesa el existir.
Sí, es un buen hombre, con muchos defectos, especialmente con un corazón temoroso a ser herido; pero fue la salvación al pozo al que se estaba conduciendo mi vida, y por eso, más que por otra cosa, aún accedo a verlo, accedo a abrazarlo, lo rodeo con mis brazos y le hago sentir que la vida vale la pena, que amar no es pecado; aunque sé que eventualmente la oscuridad de mi alma abarcara todo mi ser y me será imposible esconder este sentimiento de tristeza y ahogo. Mientras llega ese momento, solo quiero correr a su lado, reírnos de bobadas, pelearnos por tontadas, permanecer despiertos hasta altas horas de la noche sacándonos de la cama, disfrutar de manera ausente unos recuerdos que buscan reemplazar de manera inútil esos, que tantos insomnios me han causado.
Pretendo en medio de todo creer que podré reemplazar la memoria del ausente con el del presente, creer que no serán los únicos recuerdos de mi vida, y que podre compartir con mas personas esos momentos que yo creía especiales. Escribiendo esto, se ha despertado y me ha llamado a dormir en su regazo, no puedo rechazarlo pues heriría su orgullo, me limitare a abrazarlo en la oscuridad, y a esperar que en algún punto pueda quitarme el insomnio que me impide olvidar la memoria del pasado.

Lola Alvarez 

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