jueves, 13 de junio de 2013

Quería que fueramos así...

Me he encontrado a mi misma, mirando al horizonte, al vacío, como esas personas dementes que han perdido la cordura, así, tanto que al espejo creo ver otra imagen de la que me refleja la mente, realmente me siento igual a los locos, aquellos que felizmente crean su propio mundo porque cansados de la rutinaria vida cotidiana se aíslan en su mente y empiezan a imaginar un mundo paralelo, es tan real que se lo terminan creyendo, y es ahí donde estoy yo, mirando al horizonte, pero con una mente al cien por ciento en funcionamiento, creando a diario los días, completamente diferentes a la conocida "normalidad".

Con la mirada en blanco, puesta en un punto fijo inexistente, me detuve a intentar observar el atardecer, sola, absolutamente sola, es como esas soledades tan comunes últimamente, donde tienes a muchos a tu lado, pero siempre te sientes solo, de esas; miraba yo el atardecer y parejas pasaban, y empezaba mi imaginación a trabajar, empecé a pensar en su casa, en sus sueños, en su primer beso, en su historia, como él, con todo el corazón en la mano le pidió la primera cita, y ella algo difícil accedía, a veces era al contrario y a veces coincidían, pero siempre lograban la primera cita, salir a tomarse algo, a charlar, me imaginaba como el la hacía reír, y ella perdida en su risa mientras su subconsciente le gritaba lo mucho que le simpatizaba ese muchacho, el la miraba, se sentía grandioso, como era posible que tan hermosa mujer le aceptara la cita, se sentía afortunado, y así todo empezaba.


Ella llegaba emocionada a donde sus amigas, en ocasiones les contaba, a veces se guardaba el secreto; él, emocionado definitivamente le contaba a sus amigos, todo empezaba como si fuera cosa del destino, como si hubieran nacido para haberse encontrado,después la llamada, casi siempre la hacía el, pero cuando la hacía ella, el se enamoraba, una mujer decidida, es de la mejores y de la más difíciles de encontrar; después en la segunda cita, ella hablaba y el la escuchaba, a veces intervenía, pero siempre estaba embobado escuchando sus historias, algo raras, pero aún así le encantaban, y más cuando era ella quien las contaba. Todo fluía de manera natural, hasta que el sacaba fuerzas para pedirle que sea su pareja, y así, por cosas de la vida, su historia la terminaban contando sus nietos a sus amigos, así la vida obraba, así quería que hubiera sido nuestra historia.

Así llegó la noche, y ya cansada de imaginarme tantas historias, me decidí a caminar un rato más, y a pensar que debía hacer, quería que lo nuestro fuera parecido, quería que me abrazaras, me besaras y contaras los minutos para verme, porque yo si los contaba, yo solía creer que cuando llegaras con una sonrisa te acercaras, me tomaras en tus brazos y con un beso apasionado me dieras a entender cuanto me extrañabas, siempre tuve la esperanza, hasta que con el tiempo me di cuenta que de ti no iba a obtener  mucho de lo que me imaginaba, pero sabes, solía creer que íbamos a ser de esos amores inolvidables, de esos que con el pasar de los años, te arrepientes por haberlos dejado escapar, si, quería con todas mis fuerzas que me quisieras, no mucho, no tanto, solo lo suficiente para hacerme sentir amada, y que si algún día nos reencontráramos no pudiéramos jamás volver a separarnos, realmente lo desee, con toda el alma, pero parece que así las cosas nunca son, y que ahora que tengo que decidir si seguir con tu ausencia o seguir sin ti, no sabría decir si ya nos convertimos en inolvidables, y si con el tiempo podremos ser felices juntos, no yo allá y tu acá, ambos en el mismo lugar; todavía tengo camino por recorrer, pero creo que te preguntaré antes que nada, si crees que nuestra historia perdurará en nuestros corazones, si aún no lo he conseguido, calarme en tus huesos, te seguiré esperando, y por un poco más que las demás aguantaré, al menos para quedar en tu recuerdo como la décima, y la que ha durado más en tu vida.

Lola

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