Listo. Colette y Jean-Pierre me esperaban. Cené en casa de ellos. Me han acompañado hasta aquí. La ventana estaba negra; siempre estará negra. Subimos la escalera, ellos dejaron las valijas en el living. No quise que Colette se quedara a dormir: tendré que acostumbrarme. Me senté delante de la mesa. Estoy sentada. Y miro esas dos puertas: el escritorio de Maurice; nuestra habitación. Cerradas. Una puerta cerrada, algo que acecha detrás. No se abrirá si yo no me muevo; jamás. Detener el tiempo y la vida.
Pero sé que me moveré. La puerta se abrirá lentamente y veré lo que hay detrás de la puerta. Es el porvenir. La puerta del porvenir va a abrirse.
Lentamente.
Implacablemente. Estoy sobre el umbral. No hay más que esta puerta y lo que acecha detrás.
Tengo miedo. Y no puedo llamar a nadie en mi auxilio.
Tengo miedo.
Simone de Beauvoir
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