domingo, 13 de abril de 2014

La borrachera

Hay que estar siempre borracho.
Todo consiste en eso: es la única cuestión.
Para no sentir la carga horrible del Tiempo,
que os rompe los hombros y os inclina hacia el suelo,
tenéis que embriagaros sin tregua.
Pero ¿de qué? De vino, de poesía o de virtud,
de lo que queráis. Pero embriagaos.

Y si alguna vez, en las gradas de un palacio,
sobre la hierba verde de un foso,
en la tristona soledad de vuestro cuarto,
os despertáis, disminuida
ya o disipada la embriaguez,
preguntad al viento, a la ola,
a la estrella, al ave, al reloj,
a todo lo que huye, a todo lo que gime,
a todo lo que rueda, a todo lo que canta,
a todo lo que habla, preguntadle la hora que es;
y el viento, la ola, la estrella,
el ave, el reloj, os contestarán:
«¡Es hora de emborracharse!
Para no ser esclavos y mártires del Tiempo,
embriagaos, embriagaos sin cesar.
De vino, de poesía o de virtud; de lo que queráis.»

Charles Baudelaire

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